Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

miércoles, 23 de abril de 2014

¿POR QUÉ ES TAN DIFÍCIL CAMBIAR?


Tal vez te hayas propuesto algún cambio en tu vida y, a pesar de varios intentos, no lo has conseguido. Quizás te propusiste romper con esa pareja tormentosa, dejar de fumar o ponerte en buena forma física. Sin embargo, tal vez lo hayas intentado con todas tus fuerzas, pero al poco tiempo… vuelves a retomar esa relación, vuelves a ser dominado por el cigarrillo o regresas a la vida sedentaria y a los kilos de más. Y todo ello con una sensación de… “No soy capaz”.

¿Por qué es tan difícil cambiar? 



LA FALSA EXCUSA: “ES QUE YO SOY ASÍ”.


Tras varios intentos de cambio, es muy socorrido decir: “es que yo soy así, es mi "forma de ser”. Como si tal forma de ser fuera algo que nos viene dado y no podemos cambiar, tal como el color de los ojos o nuestra estatura. 
He oído cientos de veces frases como: “Es que siempre he sido muy negativo/a”, “Soy muy débil”, “Tengo poca fuerza de voluntad”. Y por tanto, estas personas tienen la excusa perfecta para no intentarlo.

La ciencia ya ha demostrado la enorme plasticidad del ser humano. Esto significa su capacidad de cambiar. Me gusta explicar el concepto de plasticidad comparándolo con la plastilina. Imagina que moldeas un trozo de plastilina hasta crear una figura terminada. Ahora piensa que esa figura permanece sin tocarse durante años: la plastilina se habrá endurecido, se parecerá al barro seco, pero sigue siendo plastilina, es cuestión de darle el calor de tus manos y con esfuerzo podrás volver a ablandarla y moldear una nueva figura. 
La forma de ser, o personalidad es exactamente así. Realmente, la hemos ido moldeando creando pequeños hábitos diarios. Así, en nuestro día a día, acostumbramos a levantarnos más o menos a una misma hora, desayunar las mismas cosas, con nuestra taza favorita, ir al trabajo exactamente por el mismo camino, saludar a los compañeros exactamente con el mismo tono, con las mismas palabras, … cuando nos vemos ante personas nuevas reaccionamos de una forma parecida, algunas personas de forma más abierta, otras de forma más reservada… y así hasta construir una serie de hábitos que repetimos y que se nos hacen tan familiares que nos identifican. Y entonces la persona dice: “Yo soy así”. Por tanto, si una persona en varias ocasiones ha llegado a un nuevo grupo y ha permanecido callada todo el tiempo, dirá “Yo soy tímida”, la excusa perfecta para mantenerse en silencio cuando llegue una nueva ocasión similar.



LAS PRISIONES DEL HÁBITO


Como dijo el escritor Charles C. Noble: “Primero hacemos nuestros hábitos y luego nuestros hábitos nos hacen a nosotros”. 

 Y somos tan buenos creando hábitos, que nuestro cuerpo aprende estas costumbres y funciona solo, como si el cuerpo se convirtiera en la mente. Esto se llama "programa cuerpo-mente". Me explico:


Cada célula de nuestro cuerpo tiene inteligencia y memoria. Cuando repetimos una acción un número determinado de veces, el cuerpo termina haciéndola  solo. Por ejemplo, cuando aprendemos a conducir. En un principio necesitamos toda nuestra atención para esta acción compleja: nuestras manos manejan el volante y la palanca de marchas, a la misma vez que nuestro pie derecho pisa el freno, el pie izquierdo el embrague, nuestros ojos miran la carretera, los espejos retrovisores, etc. Todo ello, al repetirlo muchas veces, se vuelve un acto mecánico; parece que nuestro cuerpo conduce solo, sin apenas necesitar nuestra mente. Y si voy un paso más allá, podremos entender cómo este hábito nos la puede jugar: si pruebas a conducir un coche que se maneje de forma diferente (por ejemplo un coche de conducción automática), tu cuerpo tenderá a repetir su hábito del coche anterior, y tienes que hacer un esfuerzo extraordinario para ¡no tener un accidente!





Estos hábitos se establecen en forma de acciones o comportamientos, pero también en formas de pensar, de manera que si acostumbramos a tener pensamientos negativos o pobres: “Nada me sale bien”, “No tengo tiempo para nada”, “Me canso demasiado al hacer ejercicio”, nos identificaremos con SER una persona negativa o débil. Estos pensamientos hacen que nuestro cerebro segregue unas sustancias químicas (adrenalina, cortisol), que invaden todo el cuerpo haciendo que baje su energía, que se sienta cansado o incluso que llegue a enfermar. El cuerpo se acostumbra tanto a recibir esas sustancias químicas, que se llegará a comportar como un drogadicto que necesita su dosis de “malestar” para sentirse en equilibrio.



En este punto, nuestros hábitos negativos de comportamientos y de pensamientos construyen una especie de “programa cuerpo-mente” que funciona como una inercia  que nos hace seguir “siendo igual”: haciendo lo mismo y pensando lo mismo. Es como una prisión de la que vemos difícil salir… ¡pero no imposible!




INVERTIR EL PROCESO: REINVENTARSE.


Si hemos entendido que la forma de ser o personalidad podemos reducirla a un conjunto de hábitos, estarás de acuerdo con que los hábitos se pueden cambiar, ¿verdad? Y no obviamos que unido a estos cambios vendrán algunas dificultades. Permíteme darte algunos consejos para crear un “nuevo programa de tu ser”.


Un nuevo hábito se crea en 14 días. Según los expertos, si te propones un objetivo como empezar a hacer ejercicio físico cada día, los primeros días esto puede suponer un esfuerzo, pero si mantienes la acción durante 14 días, el cuerpo llegará a acostumbrarse, incluso a sentir placer mientras haces ejercicio, y por tanto, el cuerpo te ¡pedirá hacer ejercicio!

Aceptar la sensación de extrañeza. Si te propones hacer algo diferente de lo habitual, por ejemplo, conocer a gente nueva, tu “programa” no lo va a identificar como familiar, y dirás "qué raro, parece que no soy yo", y tendrás la tentación de desistir para volver a ser el mismo de siempre. Debes permanecer ahí, en tu nueva acción, y pronto te darás cuenta de que estás “venciendo la adicción de ser el mismo de siempre” para “reprogramarte”.

Ayudar al cerebro a reprogramar sus pensamientos. La ciencia ha demostrado que el cerebro no diferencia entre lo que piensa y lo que vive de forma real. Hacer diariamente alguna técnica de visualización, meditación, afirmaciones positivas u otras técnicas, instruyen al cerebro a cambiar sus hábitos de pensamiento.

Estar alerta de no volver al antiguo programa. No olvidemos que el ser humano tiende a volver a lo conocido, a lo familiar, aunque sea negativo. Para consolidar el “nuevo programa” de nuestro ser debemos estar siempre alerta, pero especialmente en los primeros 40 días, es la llamada “cuarentena”.



En resumen, se trata de volver a amaestrar a nuestro fiel sirviente, llamado cerebro, para que nuevamente despliegue todo su poder creativo y, con una humilde reverencia,  se coloque,amorosamente, a nuestros pies. 










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