Bienvenidos a Psicología de Vida

A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz.

martes, 29 de mayo de 2012

EL PODER DE LAS PALABRAS


"Las palabras son como balas”, dice el filósofo Wittgenstein para señalar el poder destructor de las palabras. Y quién no tiene grabada a fuego aquella frase o palabra que un día impactó como una bala en su alma…

Quizá sin tener conciencia de tal disparo, siendo niñ@ tu padre o tu madre te dijo alguna vez “Ojalá fueras como tu hermano”, condenándote para siempre a ser su sombra. Quizás te apasionaba la pintura, la danza o el teatro y tu profesor un día amputó tu pasión con un “Mejor te dedicas a otra cosa”. Tal vez alguien a quien amaste de verdad te dijo un día “Ya no te amo”,  golpeando tu autoestima y sembrando para siempre la semilla del miedo al amor.

Cuanto más amamos o admiramos a las personas, tanto más poder tienen sus palabras en nosotros. Igualmente, cuanto más “prestigio” tiene el emisor, más poderoso es aquello que nos dice. Por esta razón tiene tanto poder el diagnóstico emitido por un médico, psiquiatra o psicólogo a un paciente, especialmente cuando éste teme profundamente por su salud. En ese momento, las palabras se transforman en la hoja afilada de un bisturí que opera la frágil esperanza del paciente… Y el profesional debería ser consciente de tan enorme responsabilidad. En este sentido, en mi experiencia clínica, he conocido a personas que, ya curadas de aquélla enfermedad diagnosticada, piden ayuda psicológica porque siguen traumatizadas y por el impacto del momento del diagnóstico.

Y no perdamos de vista que no sólo recibimos los mensajes, sino que también somos “emisores”. Que quizás fuimos víctimas de palabras hirientes, pero también podemos ser verdugos. Y no sólo para los demás, sino a veces, quizás en la mayoría de las ocasiones, cuando nos hablamos a nosotros mismos.

Numerosas investigaciones han demostrado el poder de las palabras que nos emitimos con nuestro pensamiento. De esta forma,  si con frecuencia nos decimos mensajes negativos como, por ejemplo,  “Siempre me van mal las cosas”, “No soy bastante buen@”; nuestro cerebro empieza a ejecutar la frase como una orden. Podemos evidenciar con distintas señales en el organismo el efecto  de estos pensamientos negativos: boca seca o saliva espesa y blanca, palidez, pupila dilatada, sudor frío, tensión muscular, taquicardia, nerviosismo y disminución del estado inmunológico.


Sin embargo, cuando las palabras que nos emitimos a nosotros mismos son positivas, como “He estado genial”, aun sin haber estado brillantes, o “Confío en mí”, a pesar de los temores, los efectos son muy distintos. Biológicamente, los pensamientos positivos se traducen en: boca húmeda con saliva fluida, pupila contraída o acorde a la luz ambiental, piel sonrosada y seca, ritmo cardíaco normal, relajación muscular, tranquilidad y control, mejor coagulación y cicatrización de heridas y subida del estado inmunológico. A su vez, este estado del organismo propicia una actitud mental dirigida al bienestar y al logro, que nos orienta a actuar de forma abierta y confiada, y va materializando una realidad positiva de prosperidad y dicha. Y es así como “nuestros pensamientos, van creando nuestra realidad”.

El investigador Masaru Emoto, a través de curiosos experimentos, demostró el poder de las palabras; en esta ocasión probó su efecto sobre las partículas de agua. Es impactante ver los resultados que ciertas palabras como “Te odio” o “Te mataré” provocan en el agua, en contraposición a palabras como “Gracias” o “Amor”. Esto es aún más interesante considerando  que el ser humano se compone en ¡¡un 90% de agua!! Observa el siguiente vídeo (no olvides pausar el vídeo musical del blog): 



¿CÓMO COMENZAR?


Algunas personas estarán pensando en la dificultad de emitir pensamientos positivos, sobre todo si la costumbre es de centrarnos en la autocrítica y en el pesimismo. Y lo más curioso en este sentido es que no es necesario “creer o sentir firmemente lo que nos decimos para obtener los efectos beneficiosos”, sino que el cerebro procesa y envía las órdenes igualmente. Eso sí, es necesario un entrenamiento y una repetición en Afirmaciones Positivas, y de esta forma, poco a poco, el cerebro irá modificando automáticamente sus programaciones, sus conexiones y así, como un efecto dominó irá cambiando nuestra forma de sentirnos, nuestra manera de actuar y, finalmente, la realidad de nuestra vida.

        ¿Te decides a probar?

        Te sugiero que elabores por escrito un listado de afirmaciones positivas. Puedes colocar este listado a la vista, en tu habitación, o en cualquier otro lugar. Puedes también hacer copias y llevarlo contigo, a modo de amuleto, y leerlo cuando lo necesites o te apetezca. Es aconsejable repetir esta especie de “Oración positiva a uno mismo” varias veces al día, cuanto más lo hagas, más rápido notarás los efectos.
Te doy algunas ideas de Afirmaciones:

“Me merezco todo lo bueno de la vida.”
“Soy una persona maravillosa, me acepto y me amo como soy”
“Hoy es una oportunidad para crecer y aprender”
“Acepto las dificultades del día a día, porque soy capaz de superarlas”
“Me libero de cargas del pasado y me siento ligero en el presente”
“Confío en mi mente y en mi sabiduría interior”
“Escucho con amor el lenguaje de mi cuerpo”
“Tengo el poder de sanar mis dolencias”
“Mi vida fluye con ligereza y armonía”
“Enriquezco a quienes me rodean y aprendo y me nutro de ellos”
“Recibo todo lo bueno, porque así lo merezco”
“Agradezco con amor a la vida todo lo que recibo”
“Todo está bien en mi mundo”